El valor de una sonrisa
No cuesta nada, pero crea mucho.
Enriquece a quienes la reciben, sin
empobrecer a quienes la dan.
Ocurre en un abrir y cerrar de ojos, y
su recuerdo dura a veces para siempre.
Nadie es tan rico que no la necesite y
nadie tan pobre que no pueda enriquecerse
por sus beneficios.
Crea la felicidad en el hogar, alienta
la buena voluntad en los negocios y es la
contraseña de los amigos.
Es descanso para los fatigados, luz
para los decepcionados, sol para los
tristes y el mejor antídoto contra las
preocupaciones.
Pero no puede ser comparada, pedida,
prestada o robada, porque es algo que no
rinde beneficio a nadie, a menos que sea brindada
espontanea y gratuitamente.
Y si te encuentras a alguien que este
demasiado triste o cansado para
darte una sonrisa, brindale una de las
tuyas; porque nadie necesita tanto
una sonrisa como aquel a quien ya no
le queda ninguna que dar.
Peter Bueno
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